Relatos

Selección de algunos de los relatos publicados de Antonio Iniesta.

Una voz pura y rugosa, como la arena

Una voz pura y rugosa, como la arena
La gélida luz del amanecer se quiebra con los gritos de la vieja Accié. Su voz prorrumpe por toda la gruta, reverbera en sus interminables corredores y penetra las cuevas internas en las que los habitantes del grupo aún intentan arañar un pedazo de sueño. Todo inútil, pues la anciana recorre cada hueco habitado para…

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Dudar mata

Dudar mata
En sus dieciséis años de vida, Flavia jamás había visto nevar en Roma. El invierno había asaltado la urbe con una furia glacial que solo los más ancianos recordaban, y el gélido aire parecía desterrar de las calles a cuantos las habían recorrido hasta el día anterior: senadores, patricios, plebeyos, damas, comerciantes, artistas, gladiadores, esclavos…

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Las cremalleras no son de fiar

Las cremalleras no son de fiar
Al doblar un lado sobre el otro, la maleta emite un quejido sordo. Está tan abarrotada que es imposible cerrarla. Ella contiene un gruñido de frustración y se apoya sobre la parte de arriba, intentando, con su peso, acercar las dos orillas de la cremallera, pero no lo consigue. Desde el interior, oigo cómo se…

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Desde el Infierno

Desde el Infierno
Oscuridad y niebla, es todo cuanto me rodea. Las escasas luces de Berner street titilan con un brillo débil, logrando a duras penas atravesar la espesa capa gris que se cierne sobre la ciudad. Enormes volutas cenicientas ocupan la calle, ocultándola con agresividad intermitente. Este juego de luces y sombras, unido al movimiento vacilante de…

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De maniquíes y pistolas

De maniquíes y pistolas
En la década de los ochenta y parte de los noventa mi abuela trabajó en unos grandes almacenes. Siguió la misma rutina cada día, sin fallar ni uno solo. Se levantaba a las siete y media, se aseaba, nos preparaba el desayuno y se iba para estar allí a las nueve, una hora antes de…

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Los vástagos de la señora Bennet

Los vástagos de la señora Bennet
—Señora, ya es casi mediodía —dijo la criada, con cautela. La señora Bennet entreabrió los ojos con expresión de fastidio. Levantarse temprano siempre había sido un suplicio para ella. Era tan plácido permanecer en su lecho, acurrucándose entre las sábanas que la protegían de todo. Su madre siempre la había criticado por ello. Decía que…

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